domingo, 22 de julio de 2012

PUSHKAR

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Segundo día de calma “nefrítica” que me invita a intentar disfrutar de esta pequeña localidad de la que tanto me han hablado.
Anoche regresé al hotel muy tarde, pude ver a varias familias pasando la noche en la calle, dormían junto a los excrementos de vacas y al cieno de las alcantarillas retirado porque esperan lluvias, pero que nadie se lleva. En la calle apenas unos perros que me siguen y rodean, suerte que llevo el trípode, lo alargo a tope para amenazar un golpe, finalmente lo que parecía un ataque se convierte en una huida. La obscuridad era casi total, de noche cerrada, aún así te sientes seguro, no temes que alguien te vaya a molestar.
La noche fatal, pagué por habitación con aire acondicionado pero no hay electricidad y este hotel no dispone de grupo electrógeno como tienen otros, así que a sudar.
Para desayunar decidí comer fruta de los puestos callejeros con la suerte de que uno de ellos tenía manzanas, compré dos y un plátano. Mientras caminaba buscando un sitio apropiado para sentarme un señor vestido a la europea, lo que habla de su nivel de vida, me da unos pétalos rojos de bugambilla y me dice que son para ofrecerlos al lago en señal de respeto; los cojo y los guardo, tengo hambre, desayunaré primero y luego iré al lago. Pero ocurre que este señor me ha seguido y me indica que debo coger una calle a la izquierda que me señala, para ir al rito del lago. Le digo que iré más tarde; se rebota diciendo que tengo que ir a presentar las flores al lago en señal de respeto así que le explico que no le he pedido las flores ni que me indique camino alguno, le devuelvo las flores y le hago un Namasté todo lo reverencioso que se me ocurre. Se larga jurando en Indi; sin proponérmelo ya tengo un enemigo en Pushkar.
Al lago se accede por diferentes arcos de la calle principal a modo de puertas abiertas en las que una persona con aspecto de monje establece un tipo de control con el mismo protocolo, esto es, alguien que te ofrece las flores etc... etc, queda claro que no te queda otro remedio que pasar a cumplir con el ritual de presentar respeto al lago. La mochila pequeña y los zapatos se quedan en las escaleras de acceso sin control alguno y el que hace de “monje” me pone en cuclillas junto a un estanque, me hace poner los brazos extendidos, las manos juntas con las flores y después de recitar con su ayuda un “mantra” me indica en English que deje caer las flores al agua, donde por cierto miles de diminutos pececillos de no más de un centímetro se mueven por todas partes esperando algo de comer. Sigue el rito, ahora el "monje" tiene un plato en el que hay arroz y varios pigmentos de color rojo, amarillo, parecen especias, las va mezclando y untando en mis manos, también hace un punto en mi frente, mientras me dice que pronuncie el nombre de mi padre, de mi madre, de mis hermanos, de mi esposa, de mis hijos y que pida para todos salud, éxito en la vida y en el trabajo. Poco a poco en la letanía de peticiones va introduciendo que el dinero no es importante, que el templo necesita dinero para los peregrinos y para su mantenimiento me pone un cordón de algodón en la muñeca izquierda como señal para que otros no me molesten más y termina pidiéndome 300 rupias, lo que suponen unos cuatro euros, lo que considero una tomadura de pelo. Al mismo tiempo que ha estado hablando he preparado la cámara y le he hecho una foto en la que pone cara de complacido. También aprovecho para decirle que efectivamente el dinero no es importante en la vida y le doy 100 rupias, las coge y me dice que quiere ver la foto que acabo de hacerle a lo que le respondo que mi trabajo es ser fotógrafo y para que funcione bien necesito cobrar. Si quiere ver la foto me tiene que pagar 100 rupias. Sin más se levanta y se larga diciendo en Indi lo que te puedes imaginar. Ya tengo otro enemigo, pero ahora estoy en el lago donde hay muchas imágenes interesantes, también un lugar a la sombra donde comer la fruta mientras no pierdo detalle de lo que ocurre. En otro gran estanque lo jóvenes chapucean y se refrescan del intenso calor mientras otras personas rezan o participan de algún rito, como aquella familia que permanece reunida en una actitud de intenso recogimiento religioso. A lo lejos también se pueden observar tres incautos con otros tantos “monjes” practicando el rito de respeto al lago a razón de 300 rupias por cabeza. Los intermediarios entre los dioses y los humanos predican que hay que desprenderse de todo pero terminan queriendo unas veces dinero otras veces poder. Con esta afirmación seguro que me vuelvo a ganar algún que otro enemigo, qué le vamos a hacer.


AGRA



Por fin en Agra, el final del proyecto de visitas modificado tantas veces por las diferentes vicisitudes.
Justo concretar el hotel lo más cercano posible, dejar los bártulos y correr para ver el Tah Mahal. Compra precipitada de la entrada sin contar la picaresca del lugar para no quitar encanto a la ocasión. Después la policía que además de decirme que no paso y que me van a registrar se olvidan de mí y me dejan en un rincón. Pero tengo suerte dos policías son mujeres y guapas, les sonrío y me responden, me dejan entrar con todo incluso con la navaja, solo me dicen que la guarde en el bolsillo. Me voy tan corriendo como sudando, solo tengo una hora para ver el edificio y hacer las fotos; antes un patio, no veo el Taj, ¿Estoy en el lugar adecuado?. A la izquierda un edificio de ladrillo rojo precioso, intuyo que es el acceso principal, me meto en el arco y al fondo... está el edificio más bonito, hermoso e impresionante que jamás he visto. Disparo la cámara tratando de no errar, no sé si mañana tendré otra portunidad. También quiero mirarlo directamente, no solo por el visor, pero las gafas están hechas una pena entre el sudor, el polvo y la grasa de mis manos, así que me quito las gafas; no me lo puedo creer, aquí estoy ante esta hermosura... me olvido del olor a alcantarillas, del calor asfixiante, del ruido, de los adelantamientos en serie, de la diarrea, del cólico nefrítico y de las vacas cruzando, ver este edificio lo compensa todo. Ahora el viaje tiene la joya necesaria. Sigo andando como un zombi sin dejar de disparar con la cámara y con los ojos. Esta foto creo que ha salido. Ahora quiero entrar dentro, antes un militar con ametralladora me obliga a quitarme los zapatos pero me deja que los lleve en la mano. Una vez dentro está muy obscuro. Las dos tumbas en el centro, la de ella justo debajo de la cúpula, la de él mayor pero a un lado. Un policía enorme con un silvato muy desagradable nos invita de malos modos a salir, dice que es la hora. Le protesto ya que el cierre está indicado a las 19:30, me queda tiempo, como me pongo muy serio se calla pero va a por el jefe con dos que portan ametralladoras. Vale, lo he entendido, pero no es la hora, saliendo no dejo de soltar los zapatos y me vuelvo para disparar. Una soldado joven me pregunta que si soy profesor español, le digo que sí, es la complice que necesitaba para quizás dos fotos más ; las hago, pero se da cuenta que abuso. Entre los soldados que te van echando me doy cuenta que les he caido gracioso, voy caminando de espaldas mientras hago fotos y dejan de regañarme  para reirse de manera cómplice, aflojan el paso, hasta el jefe del bigote también se ríe de mi, deja de regañarme y me deja un poco más. El cielo también me regala un atardecer colorido que hasta ahora no había visto en los atardeceres de India.

sábado, 21 de julio de 2012

JODHPUR



Me sentí con fuerzas de recuperar la carretera, intuí que el dolor me daría un respiro y además me vendría bien acercarme a Delhi. No iré a Mont Abu ni a Udaipur, tendría que bajar más al sur. Así que nos pusimos runbo a Joshpur. El paisaje se fue transformado, las huertas y la tierra labrada color rojizo esperando simiente se hace más hospitalario que el amarilllo del desierto. La ciudad tiene más de un millón de habitantes, así que el caos es monumental. Preguntando por aquí y por allá, la cartelería es escasísima, conseguimos encontrar el acceso al fuerte que se alza en lo alto de una colina; aunque aún lejos la vista muestra un edificio imponente. Al interior solo se accede andando y hay que pasar cuatro puertas precedidas de calles en rampas inclinadísimas y con curvas imposibles, especialmente diseñadas para dificultar ser atacados. Contra el ataque con elefantes, una de las puertas es especialmente estrecha, curva cerradísima para que no puedan coger carrera precedida de mucha inclinación y enormes clavos de punta sobre la altura donde estos colpearían.
Actualmente la fortaleza de Mehrangarh es la residencia del Rajá y su familia, en otro tiempo señor feudal, dueño de todas las tierras y bienes de la región y actualmente un ciudadano más que ocupa su tiempo en gestionar esta impresionante fortaleza. La visita está muy bien organizada con audio guías en todos los idiomas, incluido el Castellano. Durante el recorrido me llamó la atención que aunque el consumo de opio es ilegal se usó y se sigue usando por cuestiones de tradición y es imprescindible en toda clase de ceremonias sociales, especialmente en los casamientos donde las familias lo consumen en un ritual como signo para fortalecer los vínculos.


Parte de mi mejoría se la debo a la Buscapina que me dieron en Jaisalmer Sara, Anna y Silvia. Son tres jóvenes maestras de Cataluña que también están en su aventura India. Fueron muy atentas conmigo y antes de despedirnos me dieron su itinerario con los hoteles y sus datos de contacto para prestarme ayuda si llegara el caso. ¡Qué me gusta Cataluña!
Una vez terminada la visita y sin saber muy bien por qué pero quizás porque la ciudad me pareció poco acogedora decidí hacer más kilómetros, tratar de alcanzar Ajmer y eventualmente buscar alojamiento en Pushkar. Llegamos muy tarde y después de varios sustos; casi atropellamos a una mujer que se nos cruzó de noche en una curva cerradísima y al coger un atajo nos metimos en un camino de tierra con enormes charcos de agua de profundidad desafiante; lo último fue cuando tuvimos que pasar por debajo de un pasadizo en el que el coche casi se queda encajado. El chofer me explicó en Indi señalando la última falange de su dedo meñique que habíamos pasado por el pelo de una gamba. Ya lo dijo el sabio de Conil “donde jaiga camino no cojas trocha”.

jueves, 19 de julio de 2012

JAISALMER



Desde Bikaner a Jaisalmer fueron siete horas de buena carretera, pero como aquí es costumbre de conductores suicidas; cada vez que tenemos un cruce suelto un improperio y me desahogo. El chofer del taxi solo habla Indi y algunas palabras en English y a pesar de que también es un suicida me hace caso cuando le digo que afloje y me pide disculpas. Nos paran en lo que parece un control de policía, pero además de policías hay unos jóvenes con chalecos reflectantes que con block y boli hablan con el chofer y nos dan paso una vez obtenida la información que buscaban. Le pregunto al chófer qué querían, me mira muy serio y contesta en un castellano exquisito con acento andaluz: “su puta madre”, nos dimos una carcajada de media hora. Ahora también dice “el coño de tu prima” cuando se cruza una vaca.

Antes de bajar del coche sabía que algo no iba bien, me dolía el riñón izquierdo y el dolor se reflejaba hacia el vientre y la zona genital. Me di una ducha y me tendí desnudo en la cama para tratar de buscar consuelo. Afortunadamente hice un buen desayuno con papaya, te, pastas y tortilla de patatas que después de dos días de ayuno me dieron la vida. El dolor se agudizó, traté de buscar la mejor postura para aliviarlo pero no encontraba consuelo de ninguna manera, pensé que era un cólico nefrítico, hace años tuve un episodio.
Lancé un mensaje de ayuda en la botella de vidrio del siglo XXI e inmediatamente tuve una magnífica respuesta de Germán, de Antonio Cano y un poco más tarde pero igual de eficaz la de Juan Carlos. Coincidían en que debía tomar buscapina. Tratando de concentrarme para mitigar el dolor imaginaba una rata del templo de Karni Mata agarrada con sus patas a mi riñón y mordiendo la parte alta mientras me golpeaba el abdomen y los testículos con su largo rabo. Por dos veces vomité, aunque solo agua. Las imágenes más desagradables del viaje que no quise fotografiar pasaban por mi mente sin que el dolor remitiese. Necesitaba buscapina!
Pedí en recepción que llamaran a un doctor y en no más de treinta minutos ya estaba atendiéndome. Delgado, moreno, relativamente bien vestido y con gruesas gafas de pasta que le conferían un halo de autoridad y saber. Su maletín rígido tenía mil batallas. En un English fluido pero de marcado acento Indi me dijo que podría ser un cólico nefrítico pero también una infección, así que recomendó lo mismo que mis médicos virtuales. No le pude pagar y aceptó cobrar al día siguiente, ya ha cobrado. Hora y media después de la buscapina me debí quedar dormido y cuando desperté solo había un resto de dolor sobre el abdomen. La noche fue bien, un poco de dolor en el estómago, pero bien.
Esta mañana visita a la ciudad dentro de las murallas, me recordó Toledo y Albarracín, solo que mucho más desconectada del mundo. Todos los edificios son de piedra amarilla de arenisca, por esa razón la llaman la ciudad dorada.
Pude escribir un poco y salir a pasear entes de anochecer, el guía de la mañana me esperaba, tenía el plan de llevarme a una tienda en la que supuestamente solo venden trabajos de mujeres viudas cuyas condiciones de vida son extremas por la presión social. No sé si esta historia es cierta pero yo no estaba para compras y mucho menos en lo que parecía una encerrona, de cualquier manera su interés era la comisión y como no compré se rebotó y discutimos; además de pagarle lo convenido le di de propina un 40% más pero aún así no estaba satisfecho. Le agarré la propina que jaleaba en la mano mientras discutía y me puse serio, así que trató de recuperar la cordialidad y la propina , después de ceder y devolverle la propina nos despedimos de manera más o menos cordial.
En el restaurante conocí a dos riojanas y dos profesores de Sevilla, Olga y David. Cuando más animados estábamos tuve que abandonar la mesa porque el dolor no me dejaba; ahora solo sobre la zona abdominal izquierda y los genitales, el rabo de la rata. Durante hora y media estuve sufriendo dando vueltas sobre la cama sin que la buscapina hiciera efecto, así que me decidí ir a un hospital.
No se me ocurre con qué comparar aquel lugar, basuras, suciedad, oscuridad, era el escenario perfecto de un delirium tremens, pero también era la única vía de aliviar el dolor. Me atendió un médico joven absolutamente impasible y dijo que era un cólico nefrítico, me recetó varias medicinas y me pidió 300 rupias. Afortunadamente David estuvo conmigo en todo momento, no se lo podré pagar en la vida. Yo no estaba para tomar muchas decisiones y él me dio la seguridad que necesitaba para sortear la situación. Una de las medicinas era un inyectable y las condiciones higiénicas para ponerte una inyección eran lamentables.
Para completar el cuadro aparece un joven sostenido por ambos brazos completamente bañado en sangre que salía de su cabeza, le seguía un grupo de mujeres gritando. Ahora aquel obscuro escenario tenía un toque de color, lamentablemente el rojo intenso del reguero de sangre que aquel desgraciado dejaba.
Ingerí cuatro pastillas y me pincharon, me cercioré de que la jeringuilla era de un solo uso y de que el banderillero se limpiaba las manos con un desinfectante que siempre llevo. Segundos después estaba vomitando lo que tenía en el estómago y también lo que no tenía. Sin embargo, el dolor se fue haciendo soportable y hora y media después desapareció.
Al día siguiente he tenido dos pequeños episodios de dolor que han remitido al tomar paracetamol. Así que por la tarde me animé a dar un paseo por un lago artificial sobre el que emergen algunos edificios singulares. Es un sitio precioso donde la gente de la ciudad pasea, se encuentra o dar de comer a los peces. Un grupo de mujeres y niños desde lo alto de un edificio me pide que les haga fotos, se oyen los cantos religiosos de una familia de religión Indús que, según me dicen, se reúnen todas las tardes para rezar.
De vuelta al hotel un músico callejero interpretó para mí, con un peculiar instrumento, una preciosa canción que me alejó por unos segundos de toda preocupación. Por supuesto le compré un cd de los que tenía a la venta y él agradecido me ofreció una nueva interpretación. Me dijo que es la música característica de este desierto que llaman Thar.

domingo, 15 de julio de 2012

BIKANER




Ayer fue un día durísimo, diez horas en coche estre Patiala y Bikaner, salir del verde y rico Punjab y entrar en el desierto, “Welcome to Rajastan” decía el cartel e inmediatamente el paisaje le obedecía. Los árboles son los mismos pero ahora el color es pajizo si es que existe ese color, la tierra antes roja y húmeda ahora es amarilla y seca, y como elemento decorativo los camellos; grandes y fuertes, los usan para tracción enganchados a unos carros de madera con gruesas ruedas de goma que dan idea del peso que cargan; sí, van lentos pero tiran con enorme potencia cargando ladriLlos o placas de mármol. Me impresiona la altura que tienen, con una elegancia impropia de su trabajo se visten de un blanquecino polvo que les cubre la piel y los arreos dándoles un mismo tono que les hace parecer fantasmales. Aquí en Bikaner se encuentra la mayor granja de camellos del mundo.
Para desayuno algo que estaba en el guión aunque sin fecha: te, arroz, suero fisiólogico y forsatec; eso sí estoy en el mejor hotel que pisaré en mi vida, es caro pero llegamos muy tarde, no encontraba habitación y necesitaba un retrete limpio y confortable.
Como primer objetivo el fuerte Junagarh construido a finales del siglo XVI se presenta como una mole inexpugnable, aún en la llanura, de arenisca roja que contiene diferentes edificios entre ellos varios palacios y fue un elemento clave en la seguridad de la ruta de la seda.
A la salida y en los alrededores una mujer de cuclillas junto al intenso tráfico es atendida por su hija quien con un alambre traTa de sacarle una espina clava en la mano, Le ofrezco unas pinzas pero antes de que las use le enseño a limpiarse con un desinfectante, se ha hecho un corrillo alrededor nuestra que me da las gracias como si les hubiese ayudado a ellos.
Buscando el templo de Karni Mata llegué a uno diferente y mientras preguntaba a un devoto me llaman los monjes desde el altar, les digo que esperen un segundo que estaba ocupado y el devoto me dice que primero debía atender la solicitud de los monjes, así que me acerqué al altar donde me colocaron un collar de flores y me dieron un rollito de papel que contenía comida envuelta en una hoja grande y verde, menos mal que estoy a dieta y no tuve que comerlo. No termino de aquello y una pareja me pide que me haga una foto con su hijo que hoy cumple 7 años, después me dan a la pequeña que me mira muy seria, hace un puchero y se echa a llorar. Luego les hago fotos a ellos y afortunadamente se las podré enviar. Antes de explicarme cómo llegar al Karni Mata me invitan a tomar algo en su casa, ahora lamento no haber aceptado por falta de tiempo hubiera estado interesante conocer su casa.
Karni Mata fue un asceta que se dedicó a cuidar a los necesitados y al que se le atribuyen poderes sobrenaturales, se dije que es o fue, la reencarnación de Durga. Lo curioso del templo es que está lleno de ratas, de hecho ellas son las protagonistas y dueñas; se creen que se reencarnarán en santos así que se las considera sagradas. Ya sabía que tendría que entrar descalzo, pero no sabía si sería capaz y cuando llegué ni lo pensé dejé las sandalias, esta vez sin ficha y para dentro. Estaban por todas partes muchas de ellas muertas colgando por los hierros de las celosías otras saltando. Los peregrinos al templo les llevan comida y se esfuerzan en que cojan la que ellos mismos ofrecen, pero el suelo está lleno de restos por todas partes, tiene también leche en una palangana grande de la que beben apoyándose en las patas traseras. Curiosamente no huele mal, quiero decir excesivamente mal, tampoco es que sea un jardín. Por cierto si pisas o molestas a una de ellas te ponen una multa.
Para conocer el ambiente de la noche me busco un sitio céntrico, una calle larga y recta relativamente iluminada con el tráfico cortado a los coches pero donde las motos y rickshaw son los dueños, a ambos lados carritos con comida elaborada y frutas, en una de las calles laterales un impresionante mercado de verduras donde solo se puede entrar andando; mientras trato de montar el trípode para hacer una foto una vaca me empuja por detrás y me quita de en medio, en fin estoy un poco cansado de tanta foto y dejo que gane la vaca.
Me paso por lo que parece la estación de autobuses donde me tropiezo con Luis Miguel Zambrano y Alberto Avias, profes de secundaria, uno de historia y el otro del English los dos alrededor de la treintena y madrileños, llevan unos días por aquí y son unos expertos mochileros que viajan en autobús, no paramos de hablar comentando el viaje y sus dificultades; es probable que mañana nos veamos en Jaisalmer.

sábado, 14 de julio de 2012

PATIALA AGAIN




Cojo un rickshaw de bicicleta para ir al templo Sikh de Patiala, es una sensación extraña, me da corte que otra persona esté pedaleando para llevarme a donde podría ir a pié. En el camino voy relajado, ya creo conocer el tempo en el que se mueve el tráfico y no me acojono cuando nadie para al entrar en la rotonda o cambian de dirección. Me deja justo en el templo pero antes le digo que pare, hay unas mujeres que hacen collares con flores naranjas y la foto es preciosa, pero en cuanto que me descubren se quitan del punto de enfoque y solo cojo el testimonio. ¡Esto de ser reportero es muy duro!
En este templo el ambiente no es tan intenso como en Amristar. No he desayunado y me compro unas friturillas de harina, alargadas y crujientes, ya las he comido otras veces, éstas pican un poco más, pero puede ser la mañana . Al llegar junto a la entrada unos niños me piden rupias, les ofrezco de mi comida y nos la vamos comiendo juntos, poco a poco vamos cogiendo confianza y les hago fotos. Se parten de risa cuando se las enseño y me piden más. Afortunadamente estamos bajo un toldo porque se ha puesto a llover que se cae el cielo. Tendré que esperar porque dejé el impermeable en el hotel. Los niños hacen piruetas, entran y salen del toldo jugando con la lluvia, van descalzos y el suelo de mármol facilita el juego...  de golpe la situación da un giro, por un lado los niños jugando por otro he llamado mucho la atención a las personas bajo el toldo, es la entrada al templo junto a la entrega de zapatos. Un señor mayor, es decir mayor que yo, quiere pegar a los niños así que me pongo delante y se lo impido, casi me da un palo, habla en hidi y no lo entiendo, pero no voy a dejar que les pegue, solo están jugando. Alguien me dice que aquello es lugar sagrado y que hay que mostrar respeto. Le digo que los niños son sagrados y que hay que tratarlos con respeto. Parece que me gano la simpatía de la gente y el señor mayor desiste, de todas maneras los niños dejan de jugar.
Antes de soltar los zapatos un joven me coloca el turbante al estilo Sikh, no es necesario un estilo en concreto para entrar en el templo pero es imprescindible tener la cabeza cubierta. Ya dentro las escenas se repiten como en los anteriores pero no hay colas y me dejan hacer fotos, el centro del altar contiene armas, como lanzas, espadas que son símbolo de su fuerza, valor e independencia. En el estanque hacen genuflexiones y se mojan los pies y las manos, para terminar lanzando agua sobre la espalda. El marido de una joven que lleva su hijo en brazos me pide que les haga una foto, ella es guapísima aunque parece tener los ojos un poco rojos, yo diría que ha estado llorando. Les enseño la foto porque sé el efecto que causa y ríen felices. Les propongo enviárselas, me encantaría que la tuvieran, pero no usan internet, bueno al menos la foto les ha cambiado el humor.
Para el regreso cojo otro rickshaw, le enseño la tarjeta del hotel y “arranca” poco a poco. Es un joven de no más de 25 años y está muy delgado. Por el camino que coje me parece que se ha equivocado así que se lo digo pero solo habla hindi y con las manos me explica o eso entiendo que es mejor porque hay menos tráfico. Lo mejor en la comunicación cuando no te enteras es suponer lo que te dicen, a veces funciona. Me dice que ya hemos llegado, es un cuartel del ejército. Le explico al militar de la puerta a dónde quiero ir y se lo explica al conductor, así que para atrás, pero dando una vuelta de 180º en una carretera con dos carriles por sentido. Lo de siempre, los coches pitando, las motos pitando, rickshaw por todos lados y en medio una vaca, siempre hay una vaca en medio. Por supuesto todos pasamos y no para nadie, aquí queda en duda la teoría de la impenetrabilidad de los cuerpos, será que aquí ya habían descubierto el bosón de Higgs y le saben sacar provecho.
Una vez que reconozco la zona le digo que me pare y ya me iré andando, pero me pide 200 rupias y le discuto, con las manos me parece que dice lo que ya os podéis imaginar.. en estas que llegan dos chicas que hablan un perfecto inglés y cuando se enteran del hecho le regañan por abusón, me dicen que no le dé más de 50 rupias (1 euro), lo que tampoco me parece así que le doy 100 rupias y queda satisfecho.
He quedado con Sudeep y Shalu para hacer compras y después me invitan a un té en su casa. Esta vez Shalu no me pregunta qué quiero, directamente me pone un té hindi, que va con leche y una pizca de cardomomo y canela; está delicioso. Antes me había ofrecido agua de la que ellos toman y me dijo que era saludable. De momento me di cuenta que no era de botella y esta mañana he comprobado que fue un tremendo error beberla.
A las 20.30 es el “ reception party”, se trata de una fiesta que ofrece el padre de la novia, en este caso un día después de la ceremonia nupcial. Ambos son de religión Hindi y también ambos médicos de profesión. Sudeep me explica que el 99% de las parejas son de la misma religión y que sería un drama para los familiares y para ellos mismos si el amor uniese parejas de diferente religión. Me explica que solo es aceptado cuando se trata de personas con mucho dinero como artistas de cine o familias muy influyentes.
Me acerco para hacer unas fotos de la pareja, ella no parece estar de acuerdo y no se está quieta, que no sabe que para mí es mucho mejor, cuchichea con el marido y me dice riendo que no quiere que le haga fotos, yo también rio y le explico que le van a gustar. Me da permiso si le prometo que no las cuelgo en internet. Hecho el trato me da su dirección y aprovecho para sacar más fotos, no las colgaré en internet pero las veremos en casa y os contaré más cotilleos.
Los camareros han estado pasando canapés calientes de carne, rollitos de tempura con verduras y carne de pollo, todo picante. Sudeep siempre me dice que no pican, pero es mentira. Después de comer varios platos mi boca está insensible y empiezo a comprender que Sudeep tiene razón, ahora no pican.

jueves, 12 de julio de 2012

MC LEOD GANJ to PATIALA



No es la luz la que anuncia el amanecer sino el canto de los gorriones, su jaleo es una forma de estimularse y darse ánimos para salir rápidos en busca de alimento. Poco después los primeros rayos de sol comienzan a iluminar de manera indirecta, las montañas del Himalaya no les permiten fácilmente tomar el control del paisaje. Tumbado en la cama comienzo a despertar pero es muy temprano a pesar de la luz, aquí no existe la manipulación de los horarios como en Europa y cada mañana hay tiempo para volver a recuperar el sueño de manera suave y placentera antes de comenzar la jornada. La ventana no tiene cristales, solo una redecilla anti mosquitos con algunos agujeros que ellos conocen a la perfección. ¿quién les dio el plano? También pasa el fresquito de la montaña que me ayuda a ir espabilando. Poco después se oyen los cantos de otro tipo de pájaros con un trino hermoso más parecido a los jilgueros, lo hacen como respetándose el turno, parece que se escuchasen unos a otros. Uno va despertando poco a poco y cuando se abandona la cama es completamente de día. No necesito el despertador para comenzar temprano y ponerme en ruta. En Sevilla me gusta que el despertador suene en dos momentos, con el primero sé que debo despertarme pero no lo hago y veinte minutos después me llama el segundo que resulta inapelable, aún así la mayoría de los días te levantas de noche. No sé a quién beneficia estas prisas en levantarnos antes de que sea de día pero a mí me parece una putada. Yo propondría una resistencia pasiva y no violenta contra nuestro sistema horario. Vamos, que propongo en concreto quedarse en la cama hasta que amanezca, ser jilgueros y no gorriones. Así de paso nos entenderíamos mejor, por lo menos estaríamos más despiertos.

Para el regreso a Patiala son más de ocho horas por diferentes carreteras, algunas caminos de tierra. Pero como sé que esto es lo que toca, le voy diciendo al taxista que pare cada vez que veo alguna posible foto. Unas veces son monos, otras viajeros, otras los carteles graciosos que llevan escritos los camiones en el remolque, otras las personas que trabajan en el campo o visitan los templos, allí donde veo belleza trato de atraparla con la cámara. Especialmente interesante el templo Sigh de Anandpur  Sahib, curiosamente me han dejado hacer fotos en el interior.
 Mañana estoy invitado aquí en Patiala a una fiesta de pedida de manos; me he comprado una camisa chula para estar un poco presentable, me parece que puede ser más interesante que visitar un templo o un museo y si de paso me entero de algún cotilleo lo cuelgo en el blog del tirón.

miércoles, 11 de julio de 2012

MCLEOD GANJ

En esta pequeña localidad está la residencia del Dalai Lama. India permite que sea la sede del gobierno del Tibet en el exilio. Me alojo en el guesthouse Kunga. Solo tendré wifi en el comedor pero tiene una terraza muy amplia decorada con macetas. Visito el templo tibetano y llego hasta la puerta de la residencia del Dalai Lama que según me dicen hoy está en Delhi y no me puede recibir, les digo que soy el primo de Iniesta pero no funciona; esta gente es que son muy religiosos y nos les gusta el fútbol.


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Ceno en la terraza unos raviolis que me han recomendado unas americanas muy monas y de postre me pongo a tomar fotos de las macetas y de la ciudad.
Amanece muy temprano pero hoy no viajo y me quedo en la cama, he terminado de cogerle el punto y ahora estoy flotando.
Desayuno una torta de harina con plátano y un té negro ¡yummy food!. He decidido bajar caminando a Dharamsala, serán unos 45 min, eso me han dicho, por el camino me paso por el control de acceso del templo budista por la navaja suiza que olvidé recoger. Un poco más adelante entablo conversación con Chemi, una mujer tibetana que trabaja ayudando a la integración de las mujeres tibetanas que llegan al exilio. Me pregunta de dónde soy, habla de manera clara y decidida, me hace unas fotos por el camino y unos minutos más tarde el equipo se rompe, ella también baja a Dharamsala pero sabe a dónde va y yo no. Me sigo fijando en la gente y voy sacando fotos por el camino. Por cierto que me encuentro una vaca que dice estar guardando la línea.
 Llego al museo, es pequeño pero tiene unas pinturas en tela muy bonitas y esculturas de bronce y madera.
Después de comer unas fritangas y me pongo camino de regreso hacia Mcleod Ganj (hay que decir /macalordagan/ pero sin mover los labios, me costó dios y ayuda). Todo el camino cuesta arriba, voy sudando como si jugara al futbito, cada vez la cuesta es más empinada hay mucho tráfico y los coches largan tela de humo, aquí no hay ITV. De pronto alguien me grita desde un pequeño vehículo... ¡es Chemi, y me invita a subir! ¡qué bueno es tener amigos!.

DHARAMSALA


De nuevo en la carretera, esta vez a Dharamsala vamos atravesando la parte norte del Punjab cuya economía se basa en la agricultura al estar regado por varios rios es una tierra fértil. Se pueden ver campos de trigo y maiz trabajados a mano por hombres y mujeres metidos en el agua hasta las rodillas.
Cada vez que atravesamos una población se aglomeran junto a la carretera infinidad de puestos de fruta, frituras, zumos de caña de azúcar y limón que se alternan con talleres. Algunas bicicletas llevan unas cántaras color cobre de forma más o menos cónica que se usan para transportar leche.

Por el camino voy mirando a la gente con la que me cruzo, que trabajan en la venta o en la artesanía, que viajan o que esperan, me llaman poderosamente la atención el tipo de mirada que tienen, no sabría cómo describirla, espero que se me ocurra algo, pero fundamentalmente parecen aceptar la forma de vida que llevan y no contemplasen la posibilidad de que fuera mejor. Me crean incertidumbre los que viajan en vehículos, lo hacen apilados en carromatos o en los remolques de los camiones agarrados a las barras de esos vehículos que han sustituido los pilotos por cds o señalan su presencia con un tapacubos de rueda., por otra parte me dan sosiego, yo viajo sentado confortablemente y tengo cinturón de seguridad.
Entramos en el estado de Himachal Pradesh y la geografía cambia, ahora es montañoso, con muchos árboles la mayoría de mangos cuya fruta se vende en la carretera. Desaparece el calor y comienza a llover. Con respecto a la carretera ya me da igual, pero eso de que se pongan a adelantar en una curva cerrada, cuesta arriba y sin visibilidad es que tiene conojes!

lunes, 9 de julio de 2012

AMRITSAR


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Al llegar a una ciudad lo primero es alojarte y antes de poder hacerlo hay que negociar. En este caso termino pronto porque el precio es bueno aunque la habitación es mala y el water no lo pienso describir por respecto al lector, 950 rupies con wifi. Han sido cinco horas en coche, estoy cansado pero me tiro a la calle para aprovechar la luz del día, tiempo tendré de descansar esta noche. Eso sí, voy un poco zombi. Me dirijo al Golden Temple, dos jóvenes me llaman la atención, aunque me he quitado los zapatos los llevo conmigo porque la gente los deja en el suelo sin vigilancia. Definitivamente los tengo que dejar fuera y los calcetines también, otro joven me acompaña al lugar adecuado, me dan una ficha y se llevan los zapatos. ¿ los recuperaré? ¡Hay que confiar en la providencia!. El suelo de mármol quema más que la arena de Tarifa en agosto, unos metros más adelante me vuelven a parar para regañarme otra vez, les digo que me regañan más que mi madre pero no lo entienden. Un jóven barbilampiño me coloca un pañuelo en la cabeza y me dice que ya puedo pasar, le pido disculpas y me dice que lo comprende y que no pasa nada. Cuando entro en la plaza del estanque queda abierto el espectáculo del lugar. Hay gente por todos los rincones de la inmensa galería que rodea el estanque, unos sentados y otros tirados durmiendo, todas las edades todos los sexos, vienen de todas partes del país, la asistencia a este lugar sagrado de la religión Sig es obligada. En el recinto se les ofrece agua en un vaso metálico, comida y alojamiento gratis para un día. En medio del estanque está el Templo Dorado, como una barcaza atracada en un largo pantalán. Allí se venera la lectura del Adi Granth “la palabra de Dios” . Es un texto que fusiona himnos de gurús sig y santos hindúes e islámicos que data de 1604. Me puse en la cola y hablo con la gente que me rodea, todos muy amables, apiñados durante casi una hora avanzando pasito a pasito. Allí me entero que puedo hacer fotos, que puedo hacer una ofrenda, la mayoría lleva comida tapada con una hoja lanceolada dentro de una escudilla, otros dinero en efectivo. A medida que nos acercamos se escuchan los cantos y algunos los siguen en voz baja, si te pisan se disculpan. Si hoy no cojo una micosis me convierto en creyente. Dentro del templo no puedo hacer fotos, a la derecha sentadas en el suelo las mujeres, a la izquierda los hombres detrás de tres músicos que tocan dos organillos y unos timbales mientras cantan las oraciones con una voz maravillosa. En la zona central un par de operarios uniformados de blanco con dagas a la cintura recogen las ofrendas separando los billetes de las monedas con una especie de paleta; alguien entrega un anillo de oro e inmediatamente se recoge la donación en un libro de registro. El respeto que muestran los peregrinos es sobrecogedor. En la parte superior hay varios habitáculos donde también se lee el Adi Granth, incluso en uno que hay en lo que sería la azontea del edificio.

Mientras recupero mis zapatos unos niños me piden 10 rupias por unas postales, no me dejan ponerme los zapatos. Unos jóvenes me preguntan de dónde soy y entablan conversación, un señor de mi edad me quiere saludar y lo hace estrechándome la mano, cuando se entera de dónde soy hace referencia al 4-0 frente a Italia, no sé piensa que soy el primo de Iniesta, pero no salgo de mi asombro. Los niños consiguen sus rupias, me advirtieron que no diera limosna, pero soy débil y ellos me han vendido unas postales y dos estampitas, luego es una compra. Les hago unas fotos y me piden que se las enseñe, se parte de risa y no paran de hacer comentarios entre ellos mientras mueven la cabeza al lado izquierdo.

Saliendo de la zona y no sé de qué manera pego la hebra con joven que habla “very good English”, se llama Karan viene desde Delhi con su familia y amigos, hacemos equipo para el lunch, y mientras esperamos la comida me coloca un turbante con el pañuelo que me dieron en el templo. Sin dejar de charlar llegamos al segundo lugar importante de esta ciudad según mi plan de viaje, se trata de Jallianwala Bagh. En esta plaza cerrada que hoy es un jardín (bagh) se produjo una matanza en 1919 a manos de un escuadrón británico que tiroteó a una muchedumbre de hombres mujeres y niños que se reunían en asamblea para hablar sobre la independencia de la India. Fue uno de los hechos que hicieron perder a UK la autoridad moral para gobernar la India y para que en 1947 se produjera su independencia tras la victoria de la estrategia de no-violencia propuesta por Gandi. Surgieron dos estados Pakistán musulmán e India con mayoría indú pero aceptando otras religiones.
Ahora no me siento tan observado, igual es por el turbante, aún así un padre me solicita hacerme una foto con su hijo, accedo y lo festejan alegres. Un poco más adelante una mujer jóven y guapa me solicita hacerse una foto conmigo, se llama Komal, es de Chandigar, solo habla Indi pero Koran me traduce, recoge mi email para que le mande la foto y me da su nº de teléfono para que la llame cuando pase por su ciudad. Mientras se prepara el fotógrafo se incorporan otros niños alentados por sus padres. Ya me advirtió Olga que esto era así, pero pensé que era porque ella es jóven, rubia y guapetona, claro a mi me lo hacen porque saben que soy el primo de Iniesta.

domingo, 8 de julio de 2012

PATIALA

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En Ambala amaneció lloviendo perros y gatos, después de recoger todo salí en taxi hacia Patiala. De nuevo en la carretera. Aquí se debe aprender a conducir en una pista de feria. Los vehículos se incorporan a la carretera principal en 90 grados sin stop previo y pitando, quien decide cambiar de carril pita y cambia, la mayoría de los coches no tienen espejo retrovisor, seguramente lo perdieron en una refriega. Los coches lujosos lo llevan replegado, solo se usan los intermitentes de emergencia de noche y permanentemente, como diciendo ¡estoy aquí!, muchos camiones no tienen pilotos traseros. Es normal que en tramos de un solo sentido circulen motos, bicicletas y peatones tanto por la derecha como por la izquierda. Pero en todo el desorden hay un ritmo, un tempo que parece que alguien controla, ellos saben si les da tiempo a cruzar o no. Cuando me pongo las manos en la cabeza porque alguien está cruzando con un coche delante del nuestro aparece un camión detrás que también cruza. El taxi no reduce la velocidad, solo hace sonar el pito y a lo más deja de prestar atención al móvil, me mira y se ríe “no rules in India” dice muy satisfecho. Milagrosamente todos pasamos. Es una coreografía que ellos controlan pero que te deja sin respiración.

En el hotel de Patiala me quieren cobrar 3.500 rupies por la habitación. Después de una larga conversación con té de por medio me muestro inflexible en 1.500 más conexión wifi y cedo en pagar el 12% en tasas. Las sábanas son límpias y el baño es aceptable.

Aunque mi cita con Sudeep es para el domingo lo llamo por teléfono y me dice que vendrá en una hora. Mientras espero pido un plato de arroz y una calderilla de pollo en salsa con curri y cilantro. Ambos platos están deliciosos. Al poco llega Sudeep. Nos saludamos y me dice que termine de comer y que luego hablamos. Varias veces rompo el silencio, me contesta un poco incómodo y me repite que luego hablamos. Me dice que el hotel no es bueno, me pregunta el precio y me dice que negocié bien. Ya en su casa me presenta a su padre, madre, esposa e hijo. También tiene una hija pero solo la veo de soslayo descansando en una cama desde la que ve la tv. Me dice que mi plan de viaje es extenuante e inviable y que me olvide del tren y del bus. Según dice los billetes deben comprarse con mucha antelación o esperar varios días para tener plaza, son lentos y poco seguros. El bus hay que esperar a que se llene para que salga. Me recomienda alquilar un taxi. Otros viajeros en España también me recomendaron lo mismo así que acepto y nos ponemos a diseñar un nuevo plan. Me olvido de Varanasi y de Nepal (o ya veré si no me olvido) a cambio de visitar bien el Punjab y Rajastan. Después de un té y pastas saladas y dulces cogemos una vespa para ir a una oficina de cambio. La visa de Bankinter no funciona, pruebo con la Maestro de Cajasol y me dan el dinero, menos mal que traje dos. Aquí el dinero lo es todo. En la vespa de nuevo con los huevos de corbata fuimos haciendo eslalon por las calles estrechas, una vaca por aquí, miles de motos por allá, en fin creo que no voy a describir más lo del tráfico.

Ahora estamos en la clínica que regenta con su padre. Me instalan en un cómodo sillón junto a la mesa donde el padre pasa consulta, el despacho está separado por mamparas de cristal, puedo ver la sala de espera donde ahora Sudeep anestesia la mano de una mujer anciana y le cose la herida, se muestra muy agradable y tranquilizador con ella y usa guantes desechables. La intervención se realiza ante la presencia y curiosidad de los que esperan, de los que entran o salen. Un niño de unos 7 años trae una quemadura en el brazo, viene solo, mientras le curan se queja del dolor pero no llora y colabora con el médico, después de pagar en efectivo al asistente sale solo de la consulta, es muy valiente, aquí creo que no se puede ser de otra manera. La consulta sigue funcionando. El enfermo se sienta cerca del doctor a un lado de la mesa, le explica lo que le pasa mientras un asistente coje uno de los tres termómetros que hay en un bote encima de la mesa y lo mete en la boca del paciente. El doctor toma nota en una especie de diario, comunica al asistente la prescripción y éste sale a la “botica” que se encuentra en el hueco de la escalera (lo puedo ver a través de la cristalera) y en un pequeño cuenco metálico le señala con el dedo las pastillas que el enfermo debe tomar. Con la mirada fija en las pastillas va asintiendo ladeando la cabeza hacia la izquierda (eso quiere decir “sí”). La medicación se entrega en una bolsita de plástico cerrada con una gomilla. El pago es en efectivo al doctor . Todo el protocolo se repite una y otra vez en niños, jóvenes, hombres o mujeres siempre en un clima de cordialidad y respeto. Aunque me dan permiso para hacer fotos no quiero abusar. A las 8.30 se cierra la clínica y en la vespa, ahora de noche, regresamos a la su casa. Ahora todo el mundo ha terminado la jornada y la calle está imposible, seguramente respiré por el camino porque tardamos unos diez minutos y no soy capaz de aguantar tanto tiempo... se necesita mucho tiempo para acostumbrarte a esta forma de vivir.

Para el dinner Sudeep me invita a un restaurante donde comemos varios platos de pollo con arroz y salsa, unas tortas de pan de harina deliciosas y una pinta de cerveza que compartimos.

sábado, 7 de julio de 2012

AMBALA


SÁBADO 7 DE JULIO 2012

En la habitación 207 de un hotel que curiosamente se llama “Gran Plaza” donde hace un calor insoportable que no me deja conciliar el sueño decido ponerme a escribir a ver si eso me ayuda. Se supone que pagué por aire acondicionado pero lo único que tengo es el ruido del compresor y el que hacen las gotas de agua que caen del techo en el cuarto de baño. También se oyen los gritos de un bebé y hasta hace poco el jaleo de unas personas que, a pesar de la hora, parecían estar de fiesta en la escalera.
Llegué al aeropuerto Indira Gandi en Delhi sobre las 14 hs. Los policias de la aduana me exigían dar una dirección de estancia en la India que no tengo. Finalmente un superior ha autorizado mi entrada, despuès me dirijo con Sim a la cinta para recoger la mochila. Es un jóven que apareta tener 25 años. Lo conocí haciendo cola para usar el retrete en al avión y supe que al llegar iría a Chandigar o Patiala. Así que acordamos hacer el viaje juntos lo que para mí ha sido de una ayuda impagable.

Después del cambio de moneda nos fuimos informando en el exterior del aeropuerto sobre el precio de los taxis hacia Patiala. En la oficina oficial de taxis nos pidieron 5.500 rupias lo que nos pareció excesivo. Para un billete de autobús nos pidieron 850 por cada uno pero había que esperar hasta completarlo. Sim me propuso coger el autobús de linea hasta llegar la centro y allí coger otro autobús. Así lo hicimos. Al final del recorrido y al bajar del autobús de linea una docena de conductores de rickshaws nos abordan hablando Indi, finalmente Sim me traduce al English: un rickshaw nos llevará para coger un taxi que finalmente nos llevará a Patiala.

Sim viene de pasar dos años en UK, no queda claro si trabaja o estudia o ninguna de las dos cosas. Cuando hablan en Indi parece que golpean la lengua con el cielo de la boca produciendo la misma sonoridad que los timbales de la música indú.

El recorrido en el ricksaw por las calles de Delhi es inefable, pero por usar un adjetivo diría que es demencial. Somos cuatro más el equipaje en el destartalado motocarro que compite contra ciclistas, peatones, coches y autobuses en ganar cinco centímetros de calle; a veces otros rickshwas vienen a contra mano. Todos suenan las bocinas y se gritan. Los peatones también participan jugándose la vida por cruzar la calle. Durante unos minutos nos quedamos atascados y nadie avanza. Un chaval de unos doce años con el brazo izquierdo recién amputado, aún se ve la herida porque la venda la puso alguien de mala gana, aprovecha para pedir dinero. Sim le da un billete de 20 rupias (10 cent + ó -) y de nuevo nos ponemos en marcha. Casi golpeamos a un par de peatones que finalmente evitan el contacto con un giro de hombros y con un desplante torero. Ambos se insultan gritando pero lo justo para seguir cada unos su camino.

Llegamos al despacho del taxi y Sim paga 3.500 rupias, nos dan un papel como factura. En teoría solo era para nosotros pero después el taxista recogería a dos personas más. La tímida reclamación de Sim no preocupó al conductor lo más mínimo. Antes de salir el conductor trata de arreglar el vehículo y mientras hago algunas fotos. La tarde se oscurece de manera súbita, un viento seco levanta una polvareda como si salirea de un desierto. Segundos después el diluvio, afortunadamente hemos subido al coche a tiempo, aunque por el techo se cuela un chorrito de agua que agradezco porque me da fresquito. El conductor maneja el volante con una mano y con la otra trata de limpiar el cristal que debido al calor y a la humedad queda opaco, también mis gafas, casi no puedo ver.

En la calle el caos ahora es total, todo se acelera pero nada cambia. Unos niños descalzos y semidesnudos brabuconean contra el agua que cae del cielo como aquel día entrando en Londres. Los mendigos de la acera siguen en la acera y una pareja jóven sentados en cuclillas en la mediana de la carretera se cubre la cabeza con un trapito me fijo es sus caras, ella es guapa y sonrie, parecen enamorados y felices.

Por mi parte empiezo a estar muy agobiado. El taxista se mete a contramano en una avenida amplia que queda inundada en los minutos que nos cuesta avanzar un metro. Un ciclista de rickshaw delgado y fibroso pedalea en el inmenso charco sin pestañear ante lo que cae mientras el cliente se proteje bajo el toldillo del “vehículo”. Nuestro taxista cambia de dirección varias veces y nos deja claro que no tiene ni idea de por dónde hay que tirar. Baja la ventanilla y pregunta a los conductores de al lado. En este momento comienzo a pensar qué es lo que hago yo aquí y lo que más me preocupa es si llegaremos a tiempo a Patiala para tener un hotel.

miércoles, 4 de julio de 2012

SEVILLA -DELHI

Muchas gracias a todos los que habéis escrito comentarios en el blog para desarme buen viaje. Especialmente a Charo Casasola, a Olga Solano y a Usha Prabhaker que me dieron toda clase de información y ayuda sobre India. Me gustaría que mi experiencia sirviese también para animar a otras personas a que algún día viajen a la India o a cualquier otro país. Trataré de ir colgando comentarios y fotos que estén a la altura de vuestro interés, pero la verdad es que no tengo ni idea de las condiciones de conexión que me voy a encontrar.

He dedicado la mañana a resolver los últimos detalles; segundas dosis de algunas vacunas compra de imperdibles y candados, despedirme de los familiares y lo más complicado ha sido hacer las mochilas. La tercera parte del equipaje son productos relacionados con al salud. Pastillas potabilizadoras, suero en polvo, medicamentos contra la malaria, productos contra los mosquitos, toallas húmedas... no sé... me pierdo con tanto preparativo. Lo puse todo encima de la mesa y le hice una foto. Sé que no está todo pero decidí que era suficiente para dejar constancia de que la mochila lleva de todo menos ropa.

También dejo foto de un grupo de amigos que decidió tomar una copa de despedida. Por cierto que el nota sentado a la izquierda de Vicente vino contratado para contar chistes y el tío se ganó el parné ¡qué jartón de reir!. ¡Namasté!