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Segundo día de calma “nefrítica”
que me invita a intentar disfrutar de esta pequeña localidad de la
que tanto me han hablado.
Anoche regresé al hotel muy tarde,
pude ver a varias familias pasando la noche en la calle, dormían
junto a los excrementos de vacas y al cieno de las alcantarillas
retirado porque esperan lluvias, pero que nadie se lleva. En la calle
apenas unos perros que me siguen y rodean, suerte que llevo el
trípode, lo alargo a tope para amenazar un golpe, finalmente lo que
parecía un ataque se convierte en una huida. La obscuridad era casi
total, de noche cerrada, aún así te sientes seguro, no temes que
alguien te vaya a molestar.
La noche fatal, pagué por habitación
con aire acondicionado pero no hay electricidad y este hotel no
dispone de grupo electrógeno como tienen otros, así que a sudar.
Para desayunar decidí comer fruta de
los puestos callejeros con la suerte de que uno de ellos tenía
manzanas, compré dos y un plátano. Mientras caminaba buscando un
sitio apropiado para sentarme un señor vestido a la europea, lo que
habla de su nivel de vida, me da unos pétalos rojos de bugambilla y me
dice que son para ofrecerlos al lago en señal de respeto; los cojo y
los guardo, tengo hambre, desayunaré primero y luego iré al lago.
Pero ocurre que este señor me ha seguido y me indica que debo coger
una calle a la izquierda que me señala, para ir al rito del lago. Le
digo que iré más tarde; se rebota diciendo que tengo que ir a
presentar las flores al lago en señal de respeto así que le explico
que no le he pedido las flores ni que me indique camino alguno, le
devuelvo las flores y le hago un Namasté todo
lo
reverencioso
que
se
me
ocurre.
Se
larga
jurando
en
Indi; sin
proponérmelo
ya
tengo
un
enemigo
en
Pushkar.
Al lago se accede
por diferentes arcos de la calle principal a modo de puertas abiertas
en las que una persona con aspecto de monje establece un tipo de
control con el mismo protocolo, esto es, alguien que te ofrece las
flores etc... etc, queda claro que no te queda otro remedio que pasar
a cumplir con el ritual de presentar respeto al lago. La mochila
pequeña y los zapatos se quedan en las escaleras de acceso sin
control alguno y el que hace de “monje” me pone en cuclillas
junto a un estanque, me hace poner los brazos extendidos, las manos
juntas con las flores y después de recitar con su ayuda un “mantra”
me indica en English que deje caer las flores al agua, donde por
cierto miles de diminutos pececillos de no más de un centímetro se
mueven por todas partes esperando algo de comer. Sigue el rito, ahora
el "monje" tiene un plato en el que hay arroz y varios pigmentos de
color rojo, amarillo, parecen especias, las va mezclando y untando en mis manos, también hace un punto en mi frente, mientras me dice que pronuncie el nombre de mi padre, de mi
madre, de mis hermanos, de mi esposa, de mis hijos y que pida para
todos salud, éxito en la vida y en el trabajo. Poco a poco en la
letanía de peticiones va introduciendo que el dinero no es
importante, que el templo necesita dinero para los peregrinos y para
su mantenimiento me pone un cordón de algodón en la muñeca izquierda como señal para que otros no me molesten más y termina pidiéndome 300 rupias, lo que suponen unos
cuatro euros, lo que considero una tomadura de pelo. Al mismo tiempo
que ha estado hablando he preparado la cámara y le he hecho una foto
en la que pone cara de complacido. También aprovecho para decirle
que efectivamente el dinero no es importante en la vida y le doy 100
rupias, las coge y me dice que quiere ver la foto que acabo de hacerle
a lo que le respondo que mi trabajo es ser fotógrafo y para que
funcione bien necesito cobrar. Si quiere ver la foto me tiene que
pagar 100 rupias. Sin más se levanta y se larga diciendo en Indi lo
que te puedes imaginar. Ya tengo otro enemigo, pero ahora estoy en el
lago donde hay muchas imágenes interesantes, también un lugar a la
sombra donde comer la fruta mientras no pierdo detalle de lo que ocurre. En otro gran estanque
lo jóvenes chapucean y se refrescan del intenso calor mientras otras
personas rezan o participan de algún rito, como aquella familia que
permanece reunida en una actitud de intenso recogimiento religioso. A
lo lejos también se pueden observar tres incautos con otros tantos
“monjes” practicando el rito de respeto al lago a razón de 300
rupias por cabeza. Los intermediarios entre los dioses y los humanos
predican que hay que desprenderse de todo pero terminan queriendo
unas veces dinero otras veces poder. Con esta afirmación seguro que me vuelvo a
ganar algún que otro enemigo, qué le vamos a hacer.
Estoy alucinada con las fotos y con la experiencia. ¡Cuando vengas montamos una exposición!
ResponderEliminarYa he leido todo tu blog, por momentos pensaba que viajaba contigo. Tus fotografías me han encantado, son preciosas y reflejan otra cultura completamente diferente a la nuestra.
ResponderEliminarTodos hemos viajado a la India contigo con este blog, está todo tan bien escrito que parece que lo estas viendo en vez de leyendo.
Solo me queda decir "You´re so clever uncle Molo"
Un besito de tu sobrina Victoria