domingo, 22 de julio de 2012

PUSHKAR

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Segundo día de calma “nefrítica” que me invita a intentar disfrutar de esta pequeña localidad de la que tanto me han hablado.
Anoche regresé al hotel muy tarde, pude ver a varias familias pasando la noche en la calle, dormían junto a los excrementos de vacas y al cieno de las alcantarillas retirado porque esperan lluvias, pero que nadie se lleva. En la calle apenas unos perros que me siguen y rodean, suerte que llevo el trípode, lo alargo a tope para amenazar un golpe, finalmente lo que parecía un ataque se convierte en una huida. La obscuridad era casi total, de noche cerrada, aún así te sientes seguro, no temes que alguien te vaya a molestar.
La noche fatal, pagué por habitación con aire acondicionado pero no hay electricidad y este hotel no dispone de grupo electrógeno como tienen otros, así que a sudar.
Para desayunar decidí comer fruta de los puestos callejeros con la suerte de que uno de ellos tenía manzanas, compré dos y un plátano. Mientras caminaba buscando un sitio apropiado para sentarme un señor vestido a la europea, lo que habla de su nivel de vida, me da unos pétalos rojos de bugambilla y me dice que son para ofrecerlos al lago en señal de respeto; los cojo y los guardo, tengo hambre, desayunaré primero y luego iré al lago. Pero ocurre que este señor me ha seguido y me indica que debo coger una calle a la izquierda que me señala, para ir al rito del lago. Le digo que iré más tarde; se rebota diciendo que tengo que ir a presentar las flores al lago en señal de respeto así que le explico que no le he pedido las flores ni que me indique camino alguno, le devuelvo las flores y le hago un Namasté todo lo reverencioso que se me ocurre. Se larga jurando en Indi; sin proponérmelo ya tengo un enemigo en Pushkar.
Al lago se accede por diferentes arcos de la calle principal a modo de puertas abiertas en las que una persona con aspecto de monje establece un tipo de control con el mismo protocolo, esto es, alguien que te ofrece las flores etc... etc, queda claro que no te queda otro remedio que pasar a cumplir con el ritual de presentar respeto al lago. La mochila pequeña y los zapatos se quedan en las escaleras de acceso sin control alguno y el que hace de “monje” me pone en cuclillas junto a un estanque, me hace poner los brazos extendidos, las manos juntas con las flores y después de recitar con su ayuda un “mantra” me indica en English que deje caer las flores al agua, donde por cierto miles de diminutos pececillos de no más de un centímetro se mueven por todas partes esperando algo de comer. Sigue el rito, ahora el "monje" tiene un plato en el que hay arroz y varios pigmentos de color rojo, amarillo, parecen especias, las va mezclando y untando en mis manos, también hace un punto en mi frente, mientras me dice que pronuncie el nombre de mi padre, de mi madre, de mis hermanos, de mi esposa, de mis hijos y que pida para todos salud, éxito en la vida y en el trabajo. Poco a poco en la letanía de peticiones va introduciendo que el dinero no es importante, que el templo necesita dinero para los peregrinos y para su mantenimiento me pone un cordón de algodón en la muñeca izquierda como señal para que otros no me molesten más y termina pidiéndome 300 rupias, lo que suponen unos cuatro euros, lo que considero una tomadura de pelo. Al mismo tiempo que ha estado hablando he preparado la cámara y le he hecho una foto en la que pone cara de complacido. También aprovecho para decirle que efectivamente el dinero no es importante en la vida y le doy 100 rupias, las coge y me dice que quiere ver la foto que acabo de hacerle a lo que le respondo que mi trabajo es ser fotógrafo y para que funcione bien necesito cobrar. Si quiere ver la foto me tiene que pagar 100 rupias. Sin más se levanta y se larga diciendo en Indi lo que te puedes imaginar. Ya tengo otro enemigo, pero ahora estoy en el lago donde hay muchas imágenes interesantes, también un lugar a la sombra donde comer la fruta mientras no pierdo detalle de lo que ocurre. En otro gran estanque lo jóvenes chapucean y se refrescan del intenso calor mientras otras personas rezan o participan de algún rito, como aquella familia que permanece reunida en una actitud de intenso recogimiento religioso. A lo lejos también se pueden observar tres incautos con otros tantos “monjes” practicando el rito de respeto al lago a razón de 300 rupias por cabeza. Los intermediarios entre los dioses y los humanos predican que hay que desprenderse de todo pero terminan queriendo unas veces dinero otras veces poder. Con esta afirmación seguro que me vuelvo a ganar algún que otro enemigo, qué le vamos a hacer.


2 comentarios:

  1. Estoy alucinada con las fotos y con la experiencia. ¡Cuando vengas montamos una exposición!

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  2. Ya he leido todo tu blog, por momentos pensaba que viajaba contigo. Tus fotografías me han encantado, son preciosas y reflejan otra cultura completamente diferente a la nuestra.
    Todos hemos viajado a la India contigo con este blog, está todo tan bien escrito que parece que lo estas viendo en vez de leyendo.
    Solo me queda decir "You´re so clever uncle Molo"
    Un besito de tu sobrina Victoria

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