Desde Bikaner a Jaisalmer fueron siete horas de buena carretera, pero como aquí es costumbre de conductores suicidas; cada vez que tenemos un cruce suelto un improperio y me desahogo. El chofer del taxi solo habla Indi y algunas palabras en English y a pesar de que también es un suicida me hace caso cuando le digo que afloje y me pide disculpas. Nos paran en lo que parece un control de policía, pero además de policías hay unos jóvenes con chalecos reflectantes que con block y boli hablan con el chofer y nos dan paso una vez obtenida la información que buscaban. Le pregunto al chófer qué querían, me mira muy serio y contesta en un castellano exquisito con acento andaluz: “su puta madre”, nos dimos una carcajada de media hora. Ahora también dice “el coño de tu prima” cuando se cruza una vaca.
Antes de bajar del coche sabía que algo no iba bien, me dolía el riñón izquierdo y el dolor se reflejaba hacia el vientre y la zona genital. Me di una ducha y me tendí desnudo en la cama para tratar de buscar consuelo. Afortunadamente hice un buen desayuno con papaya, te, pastas y tortilla de patatas que después de dos días de ayuno me dieron la vida. El dolor se agudizó, traté de buscar la mejor postura para aliviarlo pero no encontraba consuelo de ninguna manera, pensé que era un cólico nefrítico, hace años tuve un episodio.
Antes de bajar del coche sabía que algo no iba bien, me dolía el riñón izquierdo y el dolor se reflejaba hacia el vientre y la zona genital. Me di una ducha y me tendí desnudo en la cama para tratar de buscar consuelo. Afortunadamente hice un buen desayuno con papaya, te, pastas y tortilla de patatas que después de dos días de ayuno me dieron la vida. El dolor se agudizó, traté de buscar la mejor postura para aliviarlo pero no encontraba consuelo de ninguna manera, pensé que era un cólico nefrítico, hace años tuve un episodio.
Lancé un mensaje de ayuda en la
botella de vidrio del siglo XXI e inmediatamente tuve una magnífica
respuesta de Germán, de Antonio Cano y un poco más tarde pero igual
de eficaz la de Juan Carlos. Coincidían en que debía tomar
buscapina. Tratando de concentrarme para mitigar el dolor imaginaba
una rata del templo de Karni Mata agarrada con sus patas a mi riñón
y mordiendo la parte alta mientras me golpeaba el abdomen y los
testículos con su largo rabo. Por dos veces vomité, aunque solo
agua. Las imágenes más desagradables del viaje que no quise
fotografiar pasaban por mi mente sin que el dolor remitiese.
Necesitaba buscapina!
Pedí en recepción que llamaran a un
doctor y en no más de treinta minutos ya estaba atendiéndome.
Delgado, moreno, relativamente bien vestido y con gruesas gafas de
pasta que le conferían un halo de autoridad y saber. Su maletín
rígido tenía mil batallas. En un English fluido pero de marcado
acento Indi me dijo que podría ser un cólico nefrítico pero
también una infección, así que recomendó lo mismo que mis médicos
virtuales. No le pude pagar y aceptó cobrar al día siguiente, ya ha
cobrado. Hora y media después de la buscapina me debí quedar
dormido y cuando desperté solo había un resto de dolor sobre el
abdomen. La noche fue bien, un poco de dolor en el estómago, pero
bien.
Esta mañana visita a la ciudad dentro
de las murallas, me recordó Toledo y Albarracín, solo que mucho más
desconectada del mundo. Todos los edificios son de piedra amarilla de
arenisca, por esa razón la llaman la ciudad dorada.
Pude escribir un poco y salir a pasear
entes de anochecer, el guía de la mañana me esperaba, tenía el
plan de llevarme a una tienda en la que supuestamente solo venden
trabajos de mujeres viudas cuyas condiciones de vida son extremas por
la presión social. No sé si esta historia es cierta pero yo no
estaba para compras y mucho menos en lo que parecía una encerrona,
de cualquier manera su interés era la comisión y como no compré se
rebotó y discutimos; además de pagarle lo convenido le di de
propina un 40% más pero aún así no estaba satisfecho. Le agarré
la propina que jaleaba en la mano mientras discutía y me puse serio,
así que trató de recuperar la cordialidad y la propina , después
de ceder y devolverle la propina nos despedimos de manera más o
menos cordial.
En el restaurante conocí a dos
riojanas y dos profesores de Sevilla, Olga y David. Cuando más
animados estábamos tuve que abandonar la mesa porque el dolor no me
dejaba; ahora solo sobre la zona abdominal izquierda y los genitales,
el rabo de la rata. Durante hora y media estuve sufriendo dando
vueltas sobre la cama sin que la buscapina hiciera efecto, así que
me decidí ir a un hospital.
No se me ocurre con qué comparar aquel
lugar, basuras, suciedad, oscuridad, era el escenario perfecto de un
delirium tremens, pero también era la única vía de aliviar el
dolor. Me atendió un médico joven absolutamente impasible y dijo
que era un cólico nefrítico, me recetó varias medicinas y me pidió
300 rupias. Afortunadamente David estuvo conmigo en todo momento, no
se lo podré pagar en la vida. Yo no estaba para tomar muchas
decisiones y él me dio la seguridad que necesitaba para sortear la
situación. Una de las medicinas era un inyectable y las condiciones
higiénicas para ponerte una inyección eran lamentables.
Para completar el cuadro aparece un
joven sostenido por ambos brazos completamente bañado en sangre que
salía de su cabeza, le seguía un grupo de mujeres gritando. Ahora
aquel obscuro escenario tenía un toque de color, lamentablemente el
rojo intenso del reguero de sangre que aquel desgraciado dejaba.
Ingerí cuatro pastillas y me
pincharon, me cercioré de que la jeringuilla era de un solo uso y de
que el banderillero se limpiaba las manos con un desinfectante que
siempre llevo. Segundos después estaba vomitando lo que tenía en el
estómago y también lo que no tenía. Sin embargo, el dolor se fue
haciendo soportable y hora y media después desapareció.
Al día siguiente he tenido dos
pequeños episodios de dolor que han remitido al tomar paracetamol.
Así que por la tarde me animé a dar un paseo por un lago artificial
sobre el que emergen algunos edificios singulares. Es un sitio
precioso donde la gente de la ciudad pasea, se encuentra o dar de
comer a los peces. Un grupo de mujeres y niños desde lo alto de un
edificio me pide que les haga fotos, se oyen los cantos religiosos de
una familia de religión Indús que, según me dicen, se reúnen
todas las tardes para rezar.
De vuelta al hotel un músico callejero
interpretó para mí, con un peculiar instrumento, una preciosa
canción que me alejó por unos segundos de toda preocupación. Por
supuesto le compré un cd de los que tenía a la venta y él
agradecido me ofreció una nueva interpretación. Me dijo que es la
música característica de este desierto que llaman Thar.
Namasté Manuel !!!
ResponderEliminarBuenas tardes o buenas noches para ti my dear friend. Parece que tu llegada a Jaisalmer no ha sido del todo agradable. Las fotos de la ciudad son buenísimas, sobre todo las de los palomos (creo que son eso) posados en los edificios. Espero que tu salud mejore y no impidan continuar tu particular ruta hindú, además de mostrarnos tus fotografías. Un abrazo, Carlos y Casilda.
ResponderEliminarIndia es un pais hermoso. Seguro que encuentras mas de una ocasión para volver a visitarlo.
ResponderEliminarNamaste
uy la maceta hubiera disfrutado en ese hospital!!! yo sola me he reioo jijijij
ResponderEliminar¡Cuantas maravillas y cuantos avatares estas viviendo! cuídate y disfruta. Un besazo
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